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¿Por qué tanto Cronopio?

Sábado 13 de diciembre de 2008, por Cronopio


Aun cuando a estas alturas del campeonato vital y sobre todo amistoso, buena parte de quienes quieren saberlo ya lo saben, igual parecen quedar muchos queridos amigos que todavía me preguntan por qué tanto Cronopio p’arriba y p’abajo. Y también por qué aquello de Cronopio del Pueblo que tengo en una casilla Hotmail.

Ingenuo, yo me limito la mayor parte de las veces a tratar de explicarles en qué y porque tendría yo alguna relación o me gustar pensar que tengo relación con los Cronopios. Respuesta a menudo oída en boca de mis interlocutores: ’tá bonito tu cuento pero quedé en las mismas poh huevón porque no tengo la mas puta idea de qué es un Cronopio".

En este punto de la conversación y lejos de ofenderme porque me traten de huevón, me desconcierta el hecho de que alguien que yo estimo no conozca a los Cronopios. Para hacer el cuento más o menos corto, los remito enonces a la lectura de las Historias de Famas y Cronopios de Julio Cortázar. Entre otras historias encontrarán allí una particularmente deliciosa que se llama Viajes y que da una idea de qué y cómo son estos extraños seres: "cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios".

Esto de llamarme o ser llamado Cronopio empezó en tiempos de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Concepción a la que entré hace...40 años. Una de las primeras que así me llamó fue la tierna y encantadora Patricia Saavedra. Esta afición por los cronopios y, de manera general, el mundo de Cortázar, fue luego reforzada y enriquecida con y por Irene Geis, maestra y compañera a la que -años más tarde- tuve el placer de enviarle un ejemplar dedicado por el mismísimo Cronopio Cortazar de los Autonautas de la Cosmopista. Con Irene leímos, tratamos de descifrar y, cual Maga y Oliveira, más de alguna vez nos agarramos de las mechas por algunos episodios de Rayuela. Solo Ossip Gregorovius y el pobre bebé Rocamadour gozaban de nuestra simpatía incondicional. Todo lo demas se discutia. Después de una larga temporada en que predominaron otras apelaciones, Sabina me reinstaló en un Cronopio tierno y cariñoso de esos que dan ganas de bailar tregua, catala y muchas cosas más.

Naturalmente, conocer a Cortazar en París y tener la oportunidad de vivir con él algunos eventos importantes de mi vida no más reforzar el orgullo de sentirme...Cronopio. Sin olvidar el hecho de que un cierto espíritu...lúdico-infantil, una tozuda ingenuidad romántica sumados y un optimismo de esos que ya no se usan, atributos todos que de una u otra manera habitan a los cronopios, me han ayudado no poco a enfrentar más de alguna cruel realidad de la existencia, más de alguna decepción, más de alguna derrota, más de algún dolor.

Lo del Cronopio del Pueblo tiene que ver en parte con una de mis manías. Esa que sobre todo en Francia y en francés se ha visto reforzada por influencias tan "nefastas" como el Canard Enchainé y otros medios talentosamente adictos a los juegos de palabras. De esos que ayudan a crear expresiones que no solo suenan entretenido (cuando resultan) sino que también permitenexpresar o "evocar" no solo una sino varias ideas (cuando resultan).

En este caso, la expresión Cronopio del Pueblo tiene para mi una primera resonancia, simple, que es...mi pueblo, La Calera. Que pese a que viví allí tan solo un quinto de mi vida, sigue siendo, por muchas razones, un lugar muy querido. La segunda, menos simple, junta dos ideas: el Cronopio y el... opio del pueblo. Esa expresión que Carlos Marx usaba para calificar a la religión antes de que algunos de propios sus amigos le pusieran harto empeño en transformar en opio al propio marxismo. Recuerdo que cuando Hotmail me obligó a buscar otra identidad porque Cronopio -que era obviamente mi primera opción- ya estaba tomado, yo estaba aún en Chile y andaba bastante escandalizado con una serie de señales de tontera colecftiva, consumismo y farandulización que tenían mucha cara de nuevos opios del pueblo que los cronopios debíamos no solo de evitar sino también combatir, despreciar, aniquilar...

Menos mal que, como ya está dicho, esto de ser Cronopios ayuda a vivir las derrotas con más filosofia...

3 comentarios

  • 14 de diciembre de 2008 20:01 , por Gladys
    gracias, por develar para mì el casi misterio del cronopio, voy a tratar de buscar màs informaciòn, y gracias por lo que le toca Calera, porque m e dice quer siempre la recuerdas besitos de Gladys.Gladys
  • 14 de diciembre de 2008 20:14 , por Gladys
    gracias, por develar para mì el casi misterio del cronopio, voy a tratar de buscar màs informaciòn, y gracias por lo que le toca Calera, porque me dice quer siempre la recuerdas besitos de Gladys.Gladys
  • 14 de diciembre de 2008 22:35 , por Cronopio

    Me creo la muerte con esto de estar a punto de tener 60 años y tener a mi madre -casi la embarro y escribo "mi vieja"- haciéndome comentarios desde su propio computador, allá en Calera. Alguna vez habrá que darle vuelta a todo lo que cambió el mundo durante sus más de 80 años. Y, sobre todo, cómo tanto ella como mi viejo aprovecharon -cuando tuvieron la posibilidad de hacerlo- los nuevos tiempos, las nuevas ideas y los nuevos rumbos de la vida.

    Gracias vieja querida. Por estar y por ser...como eres.


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